El ciclo del agua en la naturaleza o ciclo hidrológico, es decir, el recorrido que el agua en sus distintos estados físicos pasando de la hidrósfera a la atmósfera, de aquí a la litósfera y nuevamente a la hidrósfera, es un proceso esencial para la existencia de vida sobre la Tierra.
En efecto, un mismo río puede atravesar dos zonas de distintas características (terrenos poco resistentes a la erosión, donde aumenta el transporte de sedimentos y terrenos muy resistentes donde la erosión localizada es mucho menor).
Un ejemplo antológico de estas ideas se encuentra en la migración del cauce del río Nalón en Olloniego en un tramo con pendiente relativamente fuerte en la que un meandro suave a la derecha fue arrojando los sedimentos a la izquierda, es decir hacia la parte cóncava de la curva del río, lo cual inutilizó hace unos 300 años (exactamente en 1676), el puente romano construido en el lugar, como señala Cosme Morillo en su Guía y mapa de la Naturaleza de España ([2]).
El perfil transversal típico del cauce de un río forma una depresión cóncava con la parte más profunda donde la corriente del río es más fuerte: si el tramo donde se mueve el río es recto, la parte más profunda tenderá a quedar en la parte central de la corriente.
Sin embargo, esta situación o concepción teórica sólo se presenta en condiciones ideales que suelen modificarse por numerosos factores como son, principalmente, la pendiente (si es muy escasa tiende a producir meandros, tanto libres o divagantes como ensanchados o encajados, con lo cual se desplaza el centro de la corriente hacia la orilla cóncava por la fuerza centrífuga de la corriente de agua) y el caudal: si el río está crecido, es decir, cuando lleva mucho volumen de agua, la corriente es bastante fuerte y puede realizar un trabajo erosivo muy intenso tanto en las orillas como "limpiando" el fondo, aunque la pendiente no se haya modificado.
Además, en ríos caudalosos (como puede verse en la cuenca del Orinoco) la superficie del agua presenta un fuerte abombamiento donde la corriente es más rápida lo cual da origen, a su vez, a una serie de vórtices o remolinos girando en sentido horario hacia la orilla derecha y antihorario en la izquierda.
En estos brazos, la corriente litoral incide de manera oblicua a los ríos y frena sus aguas, desviando la desembocadura hacia la izquierda y obligando a depositar los sedimentos que acarrean por la oposición de las aguas marinas.
Por lo general, se produce en cauces encajados debido a la elevación del relieve por movimientos eustáticos o de otra índole, en lugares próximos a su desembocadura: en una crecida del río, las aguas no pueden subir mucho de nivel porque el cauce se encuentra calibrado, es decir, la mayor cantidad de agua no se traduce en un aumento considerable de nivel sino de velocidad, ya que el nivel del agua del río no puede desviarse mucho, hacia arriba, por estar casi al mismo nivel del mar.
Sin embargo, es justo señalar que incluso en el caso de un río como el Sena se pueden producir inundaciones aunque sean de escasa importancia (como sucedió en 1910), cuando una marea viva en la desembocadura represó las aguas del río y elevó su nivel hasta muy adentro aguas arriba.
Los acantilados cretácicos de color blanco que fueron excavados por el Sena pueden distinguirse bastante bien en la foto panorámica del río.
La demostración de este esquema fluvial se presenta en un tipo de ríos que se denominan ríos tipo Yazoo (el Yazoo es un río que discurre junto al Misisipi sin desembocar en él durante gran parte de su recorrido) que corren paralelos al río principal generalmente por su margen izquierda, con lo que el margen derecho aumenta mucho en altura, lo cual limita el acceso a dicho río principal, que se encuentra a mayor elevación por haber transportado a lo largo del tiempo, una mayor cantidad de sedimentos.
Y esta elevación del cauce se debe, evidentemente, a que la menor velocidad de las aguas por la escasa pendiente ocasiona que los sedimentos arrastrados por el río se vayan depositando en los lugares donde esa velocidad es menor, es decir, en el fondo del cauce y en las orillas del mismo.
Esta asimetría queda patente en las cuencas hidrográficas y en los diques naturales de los ríos y estas asimetrías, aunque se ven en casi todo tipo de ríos se ven mejor en los que tienen escasa pendiente en llanuras sedimentarias, donde suelen formar meandros divagantes que también siguen unas determinadas tendencias bien estudiadas ([6]).
[8] Y en el hemisferio sur sucede lo contrario: los ríos tienen una asimetría de las cuencas siendo, por lo general, mayor la superficie de la cuenca a la derecha del río principal, donde también se presentan inundaciones más frecuentes, meandros más numerosos y de mayor tamaño y capturas fluviales más frecuentes hacia dicho lado.
Otra excepción a esta regla se ha presentado en los ríos de clima con inviernos muy fríos (Alaska, Siberia) donde el agua se puede congelar formando enormes acumulaciones más frecuentes en la orilla derecha, al contrario de lo que sucede con el agua líquida, que se desborda con mayor frecuencia por la orilla izquierda.
Dos ejemplos servirán para ver la distinta situación que se presenta en el Hemisferio Sur, donde las inundaciones en las crecidas de los ríos tienden a producirse hacia el lado derecho, mientras que los diques naturales de los ríos en su margen izquierda son más elevados.
Sólo la parte norte de la isla-continente así como las montañas del sureste (Alpes australianos) tienen un clima algo más lluvioso.
Entre las ciudades inundadas en aquella ocasión se pueden citar, incluyendo su localización en Google Maps: Colignan, Irak, Mannum, Murray Bridge, Mildura, Nangiloc, cuyo nombre se escribe al revés que Colignan, Red Cliffs, Renmark, Wentworth y otras.
El caso de Iraak, que se encuentra algo separado del río Murray y ahora está prácticamente deshabitado, se debe a que originalmente era un campamento militar durante la Segunda Guerra Mundial (tuvo también prisioneros) y durante las inundaciones de 1956 se inundó creándose un lago que todavía existe: por una parte, la ubicación del lugar era una zona precaria y arriesgada y sólo se justificaba por el empleo temporal como zona militar.