[3] La rectitud de su comportamiento en esta causa, sin atender a las presiones del poder, tuvo como recompensa diversas muestras de confianza manifestadas por el nuevo monarca, Felipe IV, que en 1622 le encargó personalmente un informe sobre la conveniencia de aumentar las alcabalas, lo que él desaconsejó.
[4] Por encargo del Consejo de Castilla en 1618 redactó un informe en respuesta a una consulta del rey Felipe III sobre las causas de la despoblación del mundo rural y el déficit de la Hacienda pública.
Recomendaba, además, que los grandes señores que tenían su residencia en la corte fuesen invitados a marchar a sus posesiones agrarias, que se redujesen las importaciones de productos de lujo y limitar el número de religiosos y las fundaciones de nuevos conventos y monasterios.
[5] En 1627 casó con Antonia de Ipeñarrieta y Galdós, viuda del también fiscal García Pérez de Aracil, con quien tuvo cuatro hijos: Luis, fallecido prematuramente, con el que doña Antonio aparece retratada por Velázquez, Juan Bautista, heredero del mayorazgo, Cristóbal, que siguió los pasos del padre en el mundo del derecho, y Teresa.
[6] Respetado por sus contemporáneos, Juan Pablo Mártir Rizo le dedicó su Norte de príncipes (1626), «por su gran zelo, conocida verdad, y entereza en la administración de la justicia»,[7] y Pedro Fernández de Navarrete, dedicó su tratado de la Conservación de Monarquías y Discursos Políticos sobre la gran Consulta que el Consejo hizo al Señor Rey don Felipe Tercero, Madrid, 1626, a glosar el citado informe presentado por Diego del Corral en nombre del Consejo de Castilla en respuesta a la consulta sobre el estado del reino y las medidas precisas para atajar la despoblación de las zonas rurales y el endeudamiento de la real hacienda.