Diamante Florentino

Contaba con una talla irregular, aunque bastante compleja, de tipo rosa doble con nueve caras y 126 facetas.

Gracias a la familia Fugger el diamante pasó al tesoro de los Médici en Florencia.

Un inventario realizado al morir Cosme II confirma que Fernando I adquirió el diamante sin tallar y señala que en el momento de su redacción se encontraba “tallado por ambas caras y rodeado por un conjunto de diamantes incrustados”.

En 1918, finalizada la Primera Guerra Mundial, la antigua familia imperial se llevó el Diamante Florentino cuando se exilió en Suiza al producirse la desaparición del Imperio austrohúngaro y proclamarse la república en Austria.

Poco tiempo después, en 1921, una persona cercana a la antigua familia imperial robó el Diamante Florentino y otras gemas de la Corona Austríaca que habían tomado y las envió a Sudamérica.