Deconstrucción

La deconstrucción percibe que el lenguaje, especialmente los conceptos ideales como verdad y justicia, es irreductiblemente complejo, inestable o imposible de determinar.

Desde la década de 1980, estas observaciones han inspirado una serie de empresas teóricas en las humanidades,[2]​ incluidas las disciplinas del derecho,[3]​[4]​ antropología,[5]​ historiografía,[6]​ lingüística,[7]​ sociolingüística,[8]​ psicoanálisis, estudios LGBT y feminismo.

En Heidegger, la destruktion conduce al concepto de tiempo; ella debe velar por algunas etapas sucesivas de la experiencia del tiempo que ha sido recubierta por la metafísica haciendo olvidar el sentido originario del ser como ser temporal.

Al menos puede considerarse que otras obras o conferencias la bosquejan parcialmente, comenzando por la obra Kant y el problema de la metafísica, publicado en 1929.

La deconstrucción revisa y disuelve el canon en una negación absoluta de significado pero no propone un modelo orgánico alternativo.

En esta filosofía tradicional, la obra literaria es considerada como una envoltura retórica en cuyo interior duerme la sabiduría oculta de la Idea a la que el lector debe despertar con el beso semiológico.

De esta forma es imposible enmarcar el texto, es decir crear un interior y un exterior.

La deconstrucción realiza un planteamiento quiásmico, es decir, se mueve entre la negación-afirmación del símbolo.

Jacques Derrida, filósofo creador del concepto de Deconstrucción.