Signo lingüístico

El signo lingüístico fue abordado por dos autores diferentes, por un lado Ferdinand de Saussure y por el otro Charles Sanders Peirce, quienes a finales del siglo XIX desarrollaron sus estudios en los cuales abordaron un mismo fenómeno: el signo, pero desde diferentes perspectivas: Saussure utiliza una perspectiva lingüística, mientras que la de Peirce es lógico-pragmática.

El concepto se encuentra en nuestra mente, dependiendo del contexto y de los referentes adquiridos.

En cambio, la imagen acústica no se limita al sonido de la palabra, sino es la huella psíquica que deja en nuestra mente.

El signo lingüístico posee las siguientes características:[5]​ A diferencia de Saussure, a Charles S. Peirce no le preocupaba el funcionamiento de la lengua; su preocupación era más general, ya que le interesaba cómo el ser humano conoce la realidad.

Para Peirce, el signo es una entidad de tres caras:[6]​ Según Peirce es necesario que existan tres condiciones para que algo sea un signo: Peirce distingue también tres clases de signos y los clasifica según cómo se presente a sí mismo, cómo se relacione con su objeto y cómo se relacione con su interpretante.

Los tres componentes del signo según la perspectiva de C. Peirce.