Más adelante, cuando la diosa Atenea quiso perjudicar a Héctor en su pelea con Aquiles, tomó la apariencia de Deífobo.Helena se casó con él a la fuerza y, por ello, en la caída de Troya, aprovechando el asalto de Odiseo y Menelao a su casa, mató a Deífobo clavándole una daga en la espalda.[1] En la Eneida de Virgilio, Deífobo se presenta a Eneas en el mundo subterráneo con las orejas y la nariz arrancadas, y le relata la historia de su muerte.Le dice que Helena lo había entregado, desprovisto de cualquier arma, al arbitrio de Menelao y Odiseo.En recuerdo de Deífobo, Eneas erigió más tarde un monumento en el cabo Reteo.