Nacido en Córdoba y quizá discípulo de Pablo de Céspedes, según Ceán Bermúdez, en fecha ignorada pasó a Castilla.
Poco después se incorporó al grupo un hermano de Vera, Francisco de Vera, también pintor.
Hasta agosto del año siguiente en que los tres retornaron a Madrid actuó como pintor del obispo y como supervisor de las obras artísticas promovidas por el prelado.
Allí pintó ocho estaciones del Via Crucis en los ángulos del claustro, de las que no quedan restos.
[6] Pasó luego al desaparecido monasterio de la Sisla (Toledo) donde pintó los retablos colaterales de su iglesia dedicados a San Jerónimo y la Magdalena.