En 1649, el mismo año en que se publicó el Arte de la pintura, salió en Roma Le vite de'pittori, scultori et architetti de Giovanni Baglione con un elogio dedicado a Céspedes.[14] El encuentro con Cavalieri pudo facilitárselo su gran amigo Benito Arias Montano, pero también y más probablemente Juan Verzosa, fallecido en Roma en 1574, a quien Céspedes dedicó un epigrama latino.[16] También en Roma practicó la escultura en cera y ganó fama con una cabeza en mármol de Séneca.[17][18] También Céspedes y Arbasia pintaron al fresco la Anunciación que daba nombre a la capilla, sustituida u oculta a comienzos del siglo XIX por el Descendimiento de la Cruz de Daniele Volterra, que ocupa ahora la pared del altar.[21] Al encontrar conformes las bulas, el cabildo abrió expediente de limpieza de sangre y envió al canónigo Muñoz a Ocaña y Alcolea de Torote para que averiguase los antecedentes familiares del aspirante y si se le podía dar posesión del cargo.[22] A pesar de ello y de haber recibido la ordenación sacerdotal, posiblemente después del segundo viaje a Italia en 1583, Pacheco afirma que no dijo misa en su vida.Según Ceán, debatió con él acerca de la antigüedad del templo sobre el que se había levantado la mezquita, que él creía era el originalmente dedicado a Jano por los romanos, contra la opinión de Fernández Franco,[18][24] aunque lo único que se ha conservado de esa correspondencia es una carta de Fernández Franco a Céspedes fechada en Bujalance en 1601, en la que se ocupaba de una inscripción hallada en Cabra cuya transcripción le había facilitado el racionero.Por este motivo, en octubre de 1582 obtuvo permiso del cabildo para ausentarse y viajó a Roma por segunda vez, permaneciendo en ella ocho meses.Murió el 26 de julio de 1608 en Córdoba (según Pacheco con sesenta años) y fue enterrado en la misma catedral, frente a la capilla de la Conversión de San Pablo donde acostumbraba a revestirse,[39] con un epitafio puesto por el cabildo que decía: huius almae ecclesiae porcionarius, picrurae, sculturrae, architecturae, omniumque arum artium, variarumque linguarum peritissimus hic situs est: obiit anno domini m.dcviii.[44] La preeminencia del dibujo es absoluta en su concepción de las artes, lo que implicaba también la subordinación de la escultura en el clásico parangón, pues «¿cómo pudo el escultor hacer cosa buena, sino se ayudava primero del debuxo?», y sus más excelsos representantes Miguel Ángel, a quien situaba en la cima de la evolución histórica, por no creer superior la pintura antigua a la moderna, y Rafael, de quien elogia en particular el incendio del Borgo.Con libertad de juicio y criterio propio, se enfrenta a Plinio y a cuantos modernamente se apoyaban en él para sostener la preeminencia del mundo antiguo, sin contar con otra cosa que palabras.[46] El «artista más sabio y erudito que ha tenido España», como lo describió Ceán Bermúdez,[47] conocedor de las lenguas vulgares, latina, griega y hebrea y amigo «de los más lucidos ingenios de su tiempo», según la semblanza que le dedicó Pacheco «fue mui Filósofo en sus costumbres no estimando las onras vanas».[49] Discípulos suyos fueron Juan de Peñalosa, mencionado junto con Andrés Ruiz en el inventario de los bienes del racionero, donde se decía de ambos que residían en su casa y a su servicio,[50] a los que agrega Ceán a Antonio Mohedano, Antonio Contreras, Alonso Vázquez y Juan Luis Zambrano, «el discípulo más adelantado» según Antonio Palomino,[51] aunque nacido en 1598 tenía únicamente diez años al morir Céspedes.
Goya
:
Pablo de Céspedes, Pintor
. Dibujo a lápiz rojo oscuro sobre papel verjurado amarillento. Dibujo preparatorio para ilustrar el
Diccionario
de
Ceán
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Biblioteca Nacional de España
.