Aunque hasta la fecha no ha podido ser determinado con certeza, debió de nacer en Lucena o Antequera hacia 1563.
No obstante, queda por aclarar la atribución que Ceán Bermúdez le hizo de las pinturas del techo del Salón de honor del Palacio arzobispal de Sevilla (1604), que representan escenas apocalípticas y, aunque al óleo, poseen sentido de mural.
Igualmente en esta ciudad se puede contemplar el tabernáculo eucarístico que diseñó para su Colegiata.
Situado en la transición entre el manierismo y el barroco, es, como todos los andaluces de su tiempo, un pintor italianizante y ecléctico que si no concentró como Roelas su atención por el color, a la manera veneciana, lo hizo en el volumen de las figuras, anticipando con ello mucho del plasticismo zurbaranesco.
Formado, como toda su generación, en el idealismo renacentista, el naturalismo de sus composiciones y el interés que mostró por los problemas claroscuristas le convierten en un auténtico precursor del barroco de 1600.