Como filósofo epicúreo, Lucrecio creía que el mundo estaba compuesto solo de materia y que todo fenómeno podía ser entendido sólo como el resultado de puras causas naturales.
Lucrecio, como Epicuro, sentía que la religión había nacido del miedo y la ignorancia y que al entender la naturaleza del mundo, se libraría a la gente de estas.
[4] Los sistemas religiosos intentaron explicar las inquietudes humanas y las incógnitas frente al universo en narraciones dramáticas de cómo funcionaban las cosas del mundo y qué tipo de reglas debían seguir la humanidad para garantizar la armonía del cosmos.
Dichas narraciones estaban dirigidas a dar sentido y relación con las fuerzas de la naturaleza.
[5] Numerosos críticos contemporáneos encuentran difícil comprender las razones por las cuales mucha gente continúa dando crédito a tradiciones antiguas que explican el universo de esa manera; por ejemplo, la astrología.
La adhesión estricta a creencias y convicciones, incluso frente a pruebas de lo contrario, está en discordia con el método científico basado en la observación empírica y el experimento repetible neutral por parte de terceros.
Describe su experiencia de fe en su libro Mera cristianidad en el cual distingue entre dos usos de la palabra: Fe parece ser utilizada por los cristianos en dos sentidos o dos niveles... en el primer sentido esto significa simplemente creer.
Según Karl Marx, la religión es una herramienta utilizada por las clases dominantes, las cuales las masas pueden aliviar en breve su sufrimiento a través del acto de experimentar emociones religiosas.
Marx considera también la doctrina cristiana del pecado original como de carácter profundamente antisocial.
Los EE.UU. seguirán al Reino Unido en darse cuenta de que la religión no es un prerrequisito para la decencia humana común.
Convierte a la gente en verdaderos lemmings llenos de odio y eso realmente no es muy compasivo».
[9] En los Estados Unidos, grupos conservadores cristianos tales como la Christian Legal Society y Alliance Defense Fund han pedido numerosas demandas contra las universidades públicas, apuntando a las políticas que protegen a los homosexuales de la discriminación y los discursos de odio ("hate speech").