A partir del Renacimiento, los cordiales solían basarse en alcohol en el que se dejaban macerar ciertas hierbas, especias u otros ingredientes.
Aunque los cordiales se originaron en el continente, algunos "sweet drams" británicos alcanzaron popularidad en Europa.
[2] Muchos cordiales también se consideraban afrodisíacos, una opinión que fomentaba su consumo en un contexto social y no médico.
Estas bebidas se denominaban aguas de sobreingesta, creadas específicamente para tratar los excesos.
A veces se añadían ingredientes preciosos como oro, perlas y coral.