Existe un momento, llamado cadenza o cadencia, al final de algunos movimientos, donde el solista toca sin acompañamiento, exponiendo su técnica.
Aunque no se conozca un origen exacto, las actuaciones de malabaristas en la Edad Media, con intervenciones instrumentales y vocales pueden prefigurar lo que sería un concierto.
Pero tal parece que el concierto se había establecido en Italia a fines del siglo XVI, donde exponían diferentes tipos de instrumentales.
En Inglaterra ya existían numerosos conciertos a partir de 1640, organizados al principio en tabernas y habitaciones, donde se concretaban las sociedades musicales.
Mientras tanto, comienza el desarrollo de los café-concert, sitios en que se podía comer y presenciar espectáculos musicales.
Ya en el siglo XIX comienza una diversificación de conciertos: vocales e instrumentales, inclusive aquellos interpretados por un solo instrumentista.
En la segunda mitad del siglo, otros conjuntos musicales se crean con el deseo de hacer el espectáculo más accesible, tanto en lo musical como en lo económico, con la Orquesta Lamoureux y los Conciertos Colonne.
Luego de la Primera Guerra Mundial llega a Europa el jazz estadounidense y los conciertos de este género, como lo hace más tarde el rock, del mismo origen y que a su vez con el tiempo se hacen conocidos en todo el mundo.
A menudo giras de conciertos se nombran, para diferenciar distintos recorridos por el mismo artista y asociar un viaje específico con un álbum en particular o producto (por ejemplo: World Slavery Tour).
[4] Se especula que el constatado aumento en el tamaño de los conciertos desde el primer Live Aid aumentó, y así los conciertos benéficos se han vuelto tan grandes como la tragedia que los motiva, añadiendo así una proporcional y justificada legitimación.