La institución se encuentra ubicada sobre la calle Don Bosco, entre Humaitá y Piribebuy de Asunción, Paraguay.
Nacido en Italia, vino como misionero a América, estableció la congregación salesiana en nuestro país y murió trágicamente en el Brasil con apenas 45 años de edad.
En octubre de 1865 se trasladó a Mirabello, y al año siguiente, ya con hábito eclesiástico –bajo licencia episcopal–, ingresó en Borgo San Martino.
En la misma ceremonia también fueron ordenados varios clérigos que, con el paso de los años, serían importantes dignatarios eclesiales.
En esa ocasión descubrieron que la ciudad no contaba con un solo colegio religioso con internado.
Obtuvieron en donación un edificio construido para colegio, con capilla y todo, ubicado en Villa Colón, a poca distancia de Montevideo.
Algún tiempo después, egresaba el primer religioso salido de las aulas del colegio dirigido por Lasagna: Juan Pedro Rodríguez ordenado en 1883.
En su entrevista con el papa León XIII, este le dijo: “–Eres todavía joven, lleno de vida y actividad.
El apostolado que te está confiado, exige actividad..., y espero que, además del bien individual, tu acción sirva de ejemplo a otros para trabajar en la viña del señor”.
Desde hacia años que en el Paraguay se esperaba la presencia de misioneros salesianos.
Ese año, Don Bosco había dispuesto que vinieran tres salesianos, pero por alguna razón dicha disposición no pudo ser cumplida.
Pero todavía no pudo cumplir su objetivo, para el cual fue elegido obispo in partibus: misionar entre los indígenas.
La febril actividad desplegada hasta ese entonces, había quebrantado su salud, de la que, gracias a oportunos tratamientos, se recuperó satisfactoriamente.
Lasagna se hospedó en la casa del ministro de Hacienda, don Antonio Codas.
Inmediatamente Lasagna desplegó una movida actividad en Asunción: visitas protocolares, al Seminario, la Curia, y con los curiales, visitó al presidente Juan Gualberto González, quien lo recibió acompañado de su esposa, doña Rosa Peña, en el flamante palacio de gobierno, inaugurado unos años antes, y que lo tendría como por unos días más, pues sería derrocado el 9 de junio siguiente, tres días después de que Lasagna abandonara el país.
Visitó a doña Rosa Peña, la ex primera dama y recibió al nuevo hombre y futuro presidente de la República, Juan Bautista Egusquiza, quien se mostró muy interesado por la Obra salesiana.
Lasagna, a su vez, encargó al sacerdote de la catedral y futuro obispo, Bogarín, continuar las gestiones para ello.
Un nuevo viaje al Brasil, donde su presencia es requerida para la solución de ingentes problemas.
Aun así, no decayó en su propósito de hacer florecer la congregación salesiana en Suramérica.
Muchos asuntos requerían de su presencia, más todavía, debido a una conmoción política que vivió el Brasil hacía pocos meses.
Además, el temporal hizo que se cortaran los cables de comunicación telegráfica.
El jefe de la estación de Mariano Procopio pensó que la distancia era muy corta y como no tenía información del tren S1, que venía en sentido contrario, autorizó en avance del tren mixto.
“El padre Zatti, que se asomó a la ventanilla al oír la angustiosa pitada de ambos trenes, solo pudo exclamar: –¡Dios mío, chocan!
Se oyó un desgarrador chirrido de frenos, y el estampido del choque.
“Por inercia, el vagón correo destrozó la culata del coche especial, y penetró como una trompa destructora de ruedas, hierros y madera por atrás del coche de los misioneros.
“Solo resultaron ilesos los que viajaban en los primeros asientos: los padres Zatti, el clérigo Brückhauser y un aspirante”.
Pero eran los que estaban en el vagón especial, además del foguista del tren: Monseñor Luis Lasagna, hermanas Teresa Rinaldi, Petronila Imas, Julia Argentón y Eduviges Bragas y el padre Bernardino Villamil.
Un amigo suyo, monseñor Soler, exclamó: “Murió como había vivido, de prisa”.
Un tiempo después, en una acción tipo comando, se llevaron los cuerpos a Niteroi, donde fueron enterrados en el santuario de María Auxiliadora.
Así terminó sus días, monseñor Luis Francisco Pedro Lasagna, el obispo misionero.