Se admite la hipótesis de que hubo una iglesia anterior a la actual del siglo XIII, si bien las opiniones difieren sobre su ubicación.
El templo actual se construyó gracias a Sancho VII «el Fuerte» (1194–1234), quien lo eligió como lugar de enterramiento.
[2] Su situación netamente fronteriza, los incendios antes mencionados y algunas restauraciones más o menos desafortunadas han supuesto que la iglesia haya sufrido muchos cambios hasta nuestros días.
Entre 1622-1627 se produce su remodelación buscando su refuerzo y el «enmascaramiento de la fábrica primitiva.» La Guerra contra la Convención (1793-1795) también dejó su huella.
[3] Pero también a mediados del siglo XX, más concretamente, «entre 1939 y 1944, conforme a los criterios de Onofre Larumbe y del arquitecto Francisco Garraus» fue objeto de una «intensa reconstrucción» cuyo resultado se observa en el estado actual.
En la cabecera se abren grandes ventanales decorados con vidrieras coloreadas modernas fabricadas en Alemania.