En la cultura popular San Cipriano es venerado como un santo propicio para deshacer hechicerías y trabajos de magia negra.
[cita requerida] Se supone que Cipriano fue consagrado por sus padres al nacer a la diosa Afrodita, y de ahí el origen de su nombre, que en griego es Κύπριος y en latín Cyprianus, por la isla de Chipre, en cuyas orillas se dice que nació la referida diosa del amor y la belleza, llamada también Cipris.
Se consagró al demonio, e Incluso existe la versión de que llegó a la actual Salamanca, en España.
[2] Al cumplir treinta años, Cipriano regresó a Antioquía, su ciudad natal, en la que se desempeñó como brujo, alcanzando gran notoriedad entre la población.
Sin embargo, según la leyenda, en esa ocasión no sufrieron quemaduras debido a un milagro de Dios.
En el año 304 Diocleciano ordenó que Cipriano y Justina fueran decapitados a orillas del río Galo.
El Martirologio romano, sin embargo, incluye cinco santos llamados Cipriano y dos con el nombre de Justina.
[6][7] El grimorio titulado Libro de San Cipriano, que lleva por subtítulo El tesoro del hechicero, contiene oraciones, hechizos, jerarquías infernales y sellos demoníacos.
Se dice que fue escrito en antiguos pergaminos hebreos entregados por demonios al monje alemán Jonás Sufurino.
Es un folleto burlesco publicado en La Coruña a mediados del siglo XIX, editado por Adolfo Ojarak, que ofrece una lista de supuestos tesoros escondidos por los romanos y los moros.
[10] Cyprianus es el nombre que recibe en las tradiciones escandinavas de magia popular, el Libro negro (Svarteboken): un grimorio o manuscrito que recopila hechizos, y por extensión a la tradición mágica de la cual dichos hechizos forman parte.
[11] Es una breve biografía de San Cipriano escrita por el investigador colombiano Andrés Camilo Bohórquez Roa.