El mágico prodigioso

En una Roma en la que comienzan a surgir las primeras comunidades cristianas, Cipriano, proclive al estudio, descubre un pasaje de la Historia natural de Plinio (II, V) que encierra una definición del Dios único.

Cipriano, ya convertido en «mágico» (mago) tras un año de estudio con el diablo, conjura a Justina, mientras el Demonio intenta que vaya al encuentro de Cipriano sin conseguirlo, puesto que a esta la ampara una fuerza superior a la del ángel caído, la de Dios.

En lugar de enviar a Justina en persona, el diablo se tiene que contentar con invocar un fantasma con la apariencia de Justina, que acude al encuentro amoroso.

El título de la obra, el Mágico prodigioso, es ambivalente, pues puede hacer referencia en un primer momento al poder sobrenatural del Demonio, pero el desenlace muestra que el «Mágico Prodigioso» por antonomasia es Dios, que tiene poder omnímodo y por tanto, supera al del diablo.

En el momento en que el Demonio pretende usar su magia para atraer a Justina al amor apasionado por Cipriano, esta duda y se resiste, y su firmeza vence al diabólico influjo gracias a estar amparada por el Dios único de los cristianos.

Manuscrito autógrafo de Calderón de la Barca de 1637 de El mágico prodigioso .