Washington Irving, en su relato El soldado encantado, incluido en Leyendas de la Alhambra, también menciona la cueva.
Terminada la carrera, se echaba a sorteo y uno de ellos quedaba en manos del Demonio.
Como catedrático de la Cueva, además del diablo, se cita a un sacristán o bachiller, Clemente Potosí, o a una cabeza parlante (que recuerda al Bafomet templario, pero que probablemente fuera un recuerdo de la estatua de la leyenda que cita García Blanco).
Durante su reinado, Isabel la Católica ordenó tapiar preventivamente el acceso con argamasa y piedras (caementis saxisque).
En varios países hispanoamericanos, como Argentina, Chile, Uruguay, y estados del sur de Brasil, salamanca designa a una cueva (similar a la Cueva de Salamanca) en la que se reúne el Diablo con sus adeptos, o a una salamandra que vive en dichas cuevas.