En el momento en que nació el concepto CIC, la pantalla polar proyectada en forma de mapa (visores PPI) con la nave en el centro se estaba abriendo camino en las pantallas de radar desplazando al A-scope, que era simplemente un parpadeo (blip) retardado que mostraba un rango en un osciloscopio de Tubo de rayos catódicos durante la Segunda Guerra Mundial.
La recopilación de este conjunto de datos en las gráficas polares y las computadoras (comunes al sonar, el radar y el lidar) permiten a la tripulación del CIC trazar los cursos con exactitud en una carta o mapa a las distancias y rumbos correctos, calculando el rumbo y la velocidad del contacto con precisión, dando a su conjunto una gran expansión para deducir posiciones futuras, generando información de los cursos y velocidades relativas sin cambios.
Un CIC en un contexto naval reúne y gestiona toda la información sobre el estado del buque de guerra y sus alrededores, proporcionándosela al oficial al mando, que generalmente está presente en el puente de mando o donde el ploteo pueda ser visto y, si hay a bordo un oficial comodoro o almirante, éste podría tener su propio puente de comando y CIC de la flota por separado.
Algunas funciones de control, asistencia y coordinación pueden delegarse al Estado Mayor del CIC o directamente al oficial jefe del CIC, tales como la supervisión del modo y priorización de las fuentes de sensores, que incluyen el monitoreo del radar, la selección de objetivos o las actividades del sonar; también adicionalmente se pueden delegar las tareas de comunicaciones con fuentes y recursos externos.
En resumen, los CICs crecieron continuamente durante ese tiempo, reemplazando la vieja estructura organizativa y suplantándola con un nuevo sistema que filtraba y organizaba toda la información para un grupo de comando recientemente constituido.
Había ocurrido un proceso evolutivo en los equipos electrónicos (computadoras, sensores, telecomunicaciones, etc.) y las interfaces de usuario utilizadas en tales instalaciones a lo largo de ese tiempo.