Los rumores que surgieron entre la población local de las atrocidades cometidas por él, que incluían la mutilación y la tortura, le hicieron ganar el sobrenombre de Híbrida (homo semiferus u hombre-bestia).
[2] En el año 76 a. C. fue procesado por sus atrocidades por Julio César, entonces un joven abogado, pero escapó impune por una exitosa apelación a los tribunos de la plebe.
Después fue elegido pretor en el año 66 a. C. y finalmente cónsul, junto a Cicerón en el año 63 a. C. Apoyó secretamente a Catilina, pero al final Cicerón ganó su apoyo prometiéndole el gobierno de la rica provincia de Macedonia.
Cuando estalló la sublevación catilinaria, Antonio fue obligado, como cónsul, a reclutar un ejército en Etruria, aunque el día de la batalla cedió su mando a su legado Marco Petreyo, alegando que se encontraba enfermo.
Los rumores de la época decían que Cicerón había acordado con Híbrida compartir el saqueo.