Fue ideada como college para sacerdotes y fue financiado con tierras cercanas a la ciudad llamadas « Priestfield ».
En 1130 la catedral fue consagrada por el arzobispo de Canterbury, asistido por 13 obispos en presencia de Enrique I, pero la ocasión se vio empañada por una gran fuego que casi destruye toda la ciudad y daño la nueva catedral.
En 1201 las ofrendas a la tumba de San Gulliermo fueron tan grandes, que gracias a ellas se reconstruyó el coro y se añadió la torre central (1343), completando la catedral.
La catedral sufrió una época de decadencia tras la disolución de los monasterios en el siglo XVI, durante ese tiempo sus propiedades fueron confiscadas por la Corona, y pasó a estar en mal estado y desacreditada.
En el siglo XIX se llevaron a cabo muchas restauraciones, los principales trabajos fueron llevados a cabo por Lewis Cottingham desde 1824 a 1830 seguido por Sir Gilbert Scott que cogió el relevo en 1872, renovando la catedral y restaurándola hasta una copia bastante razonable de la que fue en el siglo XI.