[1] En 1820, se suprimen las órdenes monásticas, con la excepción de Poblet y Montserrat.
[1] En 1853 Ignacio Girona y Targa compró la finca Torre del Bisbe de Torreneral a la familia Torrents Serralamera i Mitjana, que la había adquirido en subasta pública.
Ignacio Girona y Targa quiso, además, recomponer en una propiedad el antiguo término rural de Torreneral, comprando la otra parte, es decir la Torre dels Frares, a sus propietarias María Escaiola Vilarnau (1821-1902) y a su hija Caterina Solervicens Escaiola (1855-1927), pero no se la vendieron.
Una oveja se quedó mirando la pila, sin meter el morro para beber.
Ignacio Girona y Targa fue comprando tierras por la zona, especialmente las que se ofertaron con las sucesivas desamortizaciones.
Fue su hijo mayor, Juan Girona y Agrafel, quien se ocupó inicialmente de la finca y quien dio al castillo su configuración actual, de cuatro torres, una en cada esquina, a lo que era originalmente una casa fortificada con una sola torre.
Tanto Ignacio Girona y Targa como su hijo Juan se proponen aplicar a la agricultura, en la medida de lo posible, los métodos de la industrialización mediante la mecanización del campo.
A la muerte de Ignacio Girona y Targa en 1867 la finca, muy mecanizada para los estándares de la época, pasó a sus hijos Jaime e Ignacio Girona y Agrafel.
Ignacio Girona y Agrafel fue quien mandó colocar en el patio del castillo el que fuera su lema: «L'home fa la casa i la casa fa l'home» («El hombre hace la casa y la casa hace al hombre»)[7] Para promover el regadío en la zona, Ignacio Girona y Targa, solicitó la concesión de las obras del Canal de Urgel a través de su empresa familiar Girona Hermanos, Clavé y Cía.
El liderazgo de la construcción del canal la llevó a cabo su hijo, Manuel Girona i Agrafel.
Para evitar el primero, Ignacio Girona y Agrafel, ya propietario de la finca por herencia de su padre, tuvo que hacer grandes zanjas de desagüe para drenar las tierras y que la sal no subiese a la superficie, lo que supuso una enorme inversión.
Para evitar y curar el paludismo repartió grandes cantidades de quinina entre la gente que allí trabajaba.
[4] En 1936 el castillo fue desvalijado, las bodegas vaciadas y la maquinaria desmontada, quedando las tierras prácticamente abandonadas.
Más tarde, las tropas franquistas, en su avance por la zona hacia Barcelona, instalaron un polvorín en el castillo que estalló destruyéndolo casi por completo, así como diversas instalaciones de la finca.
[4][7] Tras finalizar la guerra civil española, Juan Girona y Vilanova reconstruyó lo destruido y restauró el aplec de la Virgen del Remey, el segundo domingo de octubre, en la que se celebraba la fiesta mayor.
Las naves se encuentran semienterradas para evitar las variaciones de temperatura.
Ignacio Girona inició la elaboración y crianza de los vinos en roble americano y el Castell del Remey (sic) fue una de los primeras bodegas catalanas en introducir en el mercado un vino embotellado con marca propia.
En 1921, pasada la filoxera, Ignacio Girona y Vilanova construyó un anexo a las bodegas para elaborar vinos blancos.
También importó las cepas cabernet sauvignon (vinos tintos) y semillón (vinos blancos), para replantar las viñas afectadas, siendo uno de los pioneros en la utilización de estas cepas en España.