Casas de Lázaro

El municipio se sitúa a partir de los valles creados por los ríos Montemayor y Masegoso, que vierten sus aguas al río Jardín.

Contaba también con propiedades en Casa Pablo, Tobablanco y las dos Alamedas, así como el molino en Montemayor.

Hasta mediados del siglo XX era una actividad económica de gran pujanza, vendiéndose en su mayoría en Hellín y Albacete.

A mediados del siglo XIX, el lugar tenía contabilizada una población de 1033 habitantes.

Correo: se recibe y despacha los sábados en la administración de Albacete por un valijero.

En las afueras de la localidad se pueden ver obras de arquitectura popular que han sobrevivido al paso del tiempo, entre ellas un puente, llamado El Caño y un cuco, es decir, una especie de refugio para labradores que se construía con las piedras que al arar se quedaban al descubierto, colocadas sin mortero (llamado mampostería irregular).

Estos cucos tienen una pequeña puerta orientada hacia el sur y solían utilizarse para guardar los aperos de labranza.

Otras utilidades en las que se usó la fuerza del agua fue en sus numerosos batanes, frente al puente del Caño se puede observar el salto del último que estuvo en uso, siguiendo esa corriente de agua y a pocos metros se utilizó su fuerza para hacer funcionar una serrería, así como en el paraje La Máquina, que debe su nombre a una industria de tejidos de Mantas y Capotes que en ese lugar se elaboraban.

Los vecinos acompañan a la Virgen y una vez allí se celebra una misa.

En torno a éstas se reúne todo el pueblo comiendo patatas asadas y tomando vino.

Valle del río a su paso por Casas de Lázaro.
Pedanía de El Berro . En primer plano se aprecian las famosas terrazas de piedra y, al fondo, el parque eólico de la Isabela.