[5] Estuvo sancionado bajo el gobierno del general Perón y adhirió al antiperonismo radical más reaccionario, identificado con Miguel Ángel Zavala Ortiz.
De todos modos, Montiel Forzano reclutó para su complot a varios representantes de cada unidad: capitanes Eduardo Montés, Claudio Mas, Francisco Balestra; tenientes primeros Oscar Ismael Tesón, Jorge Cisternas, Hipólito Villamayor, Julián Chiappe; y el Teniente Ricardo García del Hoyo.
Con estos hombres, el foco rebelde tuvo éxito en la provincia de Corrientes.
El primer intento de magnicidio fue impulsado por Toranzo Montero, quien habría contratado en Tánger a un sicario llamado Jack.
Para cubrir la posición dentro del gabinete, el presidente designó al retirado General de División Elbio Anaya, quien contaba con un enorme prestigio dentro del Ejército Argentino, así como reputación de opositor al peronismo.
Era un militar sumamente politizado y que contaba con antecedentes de varias conspiraciones e insurrecciones en el pasado reciente.
Las sugerencias presidenciales cayeron en oídos sordos, por lo que Arturo Frondizi aprobó el nombramiento sobre la base de un pacto entre el Secretario del Ejército y Toranzo Montero cuya piedra angular era que este último no llevase a cabo cambios de personal en los puestos clave del Ejército Argentino.
Toranzo Montero no iba a mantener a oficiales que no fuesen de su confianza en los puestos más estratégicos, ya que si no podía llevar adelante las reformas militares que pretendía instaurar en el ejército iba a quedar totalmente desacreditado ante sus oficiales, los cuales ante un fracaso suyo le pedirían su retiro.
[26][22] Finalmente Arturo Frondizi tomó una medida desesperada la cual significó una fuerte disminución de su autoridad sobre las Fuerzas Armadas Argentinas.
La decisión tomada desalentó a los sectores militares legalistas y produjo consternación en su partido.
Toranzo Montero dejó en claro que no tenía ninguna intención de derrocar al gobierno, y tras ello se acordó que el Secretario del Ejército Elbio Anaya sería reemplazado por Larcher y que Carlos Severo Toranzo Montero sería restituido en su cargo de Comandante en Jefe del Ejército.
[27][22][28] Toranzo Montero fue el gran vencedor en la crisis, fortaleció sus autoridad al frente del Ejército, comenzó a poner en marcha la reorganización de su fuerza y comenzó a ejercer cada vez más influencia y presión sobre las políticas del gobierno de Arturo Frondizi.
[30][22] Las ambiciones de Carlos Severo Toranzo Montero comenzaron a ser cada vez mayores, ya no solo pretendía reformar la estrategia y la organización del Ejército Argentino para una guerra revolucionaria.
A una buena parte de ellos les enfadaba que se estuviera abandonando el profesionalismo militar.
Ya a partir del 12 de octubre la situación se tornó crítica luego de que el comandante en jefe del ejército, decidido a confrontar públicamente al gobierno, le formulase una serie de planteos verbales y le entregase posteriormente un memorándum con un contenido crítico hacia el accionar del gobierno en lo económico, en lo social y en lo político.
Las relaciones del General de División (R) Larcher con los demás generales activos ya estaban en un punto de no retorno, por lo que su continuidad en el cargo, solo podría haber prolongado más la crisis.
Este nuevo secretario, quien antes era cercano a Toranzo Montero, se transformó en un firme defensor de la continuidad del gobierno civil una vez ingresado en el gabinete.
[40] Carlos Toranzo Montero pretendía seguir elaborando estrategias para provocar la caída de Frondizi.
En sus planes descontaba la adhesión de Rosendo Fraga, flamante secretario del ejército quien antes lo había apoyado.
Además, Fraga comenzó a tomar ciertas medidas que recortaron el poder y la influencia de Toranzo Montero.
[44] El retiro del Teniente General Carlos Severo Toranzo Montero, trajo un poco más de alivio al presidente Arturo Frondizi, quién pudo por un tiempo maniobrar con más libertad y sin la tutela asfixiante del Ejército que tuvo durante casi dos años de gestión.