Un cargador automático, tal como su nombre lo sugiere, extrae un obús y una carga propulsora desde el compartimento de munición y se encarga de cargarlos en un cartucho, si es que el cañón lo posee, o si no lo presenta, directamente en su recámara.
También, al quitar uno (o más tripulantes), el tamaño total del vehículo puede ser reducido, lo cual disminuye la superficie total que sebe ser reforzada con blindaje, por lo tanto un vehículo que cuenta con un cargador automático se puede beneficiar de una sustancial reducción de peso y volumen.
Su primer uso en combate fue en aeronaves cazacarros tales como el Henschel Hs 129 B-3 alemán, equipado con el cañón 7,5 cm Bordkanone BK de 75 mm.
Todos los tanques rusos y soviéticos diseñados después del T-64 han utilizado cargadores automáticos.
[4] Estos problemas se han quedado en el pasado y el campo de los cargadores automáticos ha avanzado considerablemente.
Un cargador automático moderno en un cañón de calibre 120-125 mm en buenas condiciones puede alcanzar entre 10 a 12 disparos por minuto.
Por otro lado, se estima que los cargadores automáticos más modernos igualan esta cadencia de disparo.
Por otra parte, incluso durante una salva sostenida un cargador automático podría ser bastante útil, ya que la fatiga provocada por recargar un sistema de artillería por horas no los puede afectar.
Por ejemplo el M1 Abrams fue diseñado para proteger a la tripulación contra la detonación inducida por calor al almacenar la munición del cañón principal en un compartimento en la parte posterior de la torreta.
El compartimento es separado de la tripulación por una escotilla blindada automática, la cual se abre solo por unos segundos cada vez que el cargador necesite tomar otro proyectil.
Sin embargo, un diseño así permite que el cargador automático o un compartimento de munición vacíos puedan ser rápidamente reemplazados utilizando el equipamiento apropiado, tal como se recarga el sistema de lanzacohetes estadounidense M270 MLRS, pero posiblemente más rápido aún.