Carajo

Pasa entonces a ser considerado como obsceno e impropio, connotación que mantiene hasta la actualidad.

Este término divide la misma raíz etimológica de carácter, del griego charácter, que en el original en latín significaba hierro para marcar ganado.

[10]​ Coromines también propone una hipótesis semejante según la cual carall derivaría del catalán quer ("peñasco") por un aumentativo querall, que es expresión sobre todo vulgar, con el significado de "miembro erecto y duro como un peñasco".

Rafael Chacón señala que todas las designaciones para el miembro viril parecen ser figurativas y metafóricas, como si hubiera un tabú en torno a la cosa en sí misma pero no a los términos usados para mencionarla, por lo que tal vez nunca sea posible saber cuál es el nombre original o propio de ese miembro.

[11]​ La antigüedad del término carajo no ofrece dudas, ni tampoco su caracterización vulgar y obscena, patente ya en el primer registro documentado del término en lengua romance -aunque indirectamente- en un privilegio otorgado al monasterio de San Pedro de Roda datado en 982,[nota 3]​ donde se registra un mons Caralio, cuyo nombre se había evitado algunos años antes en una donación al mismo monasterio, hecha en 974, porque "tiene nombre deshonesto e indecoroso".

[16]​ Entre los muchos carall bernat catalanes existe una montaña sagrada en la región de Montserrat que el pudor local, como en otros lados, ya convirtió en Cavall Bernat, término disparatado y sin relación alguna con la realidad oronímica que representa, como forma de disfrazar su carácter "obsceno".

[1]​[18]​[nota 6]​ La primera mención del carallo gallego aparece en una de las cantigas del castellano Pedro García Burgalés a mediados del siglo XIII,[1]​ dedicada a una tal María Negra, mujer ya vieja y enamorada del trovador, que aquí se representaba como sedienta de macho y obligada ahora a comprar miembros viriles, que inmediatamente hacía pedazos por tanto usarlos:[21]​ En la misma época un derivado de caralho ocupa un lugar prominente en una de las piezas del trovador galaico-portugués Martin Soares que versa sobre una doncella en tiempos deshonrada por un personaje de nombre Dom Caralhote (Don Carajote), que decide raptarlo y mantenerlo prendido para siempre por venganza.

El nombre de Dom Caralhote, antihéroe traicionero y libertino, parodiaba al personaje arturiano Lanzarote del Lago, cuyas cualidades tenía en proporción inversa.

[24]​[nota 8]​ El mismo apellido figura registrado también en la zona de Évora en la época medieval.

[1]​ Es notable que la presencia del término en este texto notarial sobre una querella, refiriéndose directamente al miembro viril fuera del contexto jocoso de las cantigas de escarnio, es excepcional y sin relación con la actividad sexual.

[1]​ Sin embargo, este tipo de obscenidad no sería censurada por la Inquisición al no considerarse una obscenidad sexual según los criterios de la moralidad burguesa hoy dominante, la cual estaba más preocupada con actos y palabras que eventualmente pudieran considerarse herejía.

Como ejemplo, la Inquisición pasó por alto el poema Senhora Cota Vieira del poeta barroco Gregório de Matos Guerra, sin censurar pasajes repletos de obscenidades como "que ao cono lhe chamais cono / chamais caralho à caralha", pero sí otras obras por contener elementos que alentaban el judaísmo, erasmismo, libertinaje, maquiavelismo o luteranismo.

[1]​ Carajo, como todas las expresiones que se refieren a las partes genitales, pertenece actualmente a un campo del léxico fuertemente tabú, generalmente sujetas la exclamación lingüística y proscritas de la conversación entre gente educada.

En el registro más culto ni siquiera se recurre a estos artificios eufemísticos.

En el castellano ocurre la sustitución del tabuísmo o disfemismo carajo por eufemismos como caray.

[36]​ La evocación al carajo en el idioma portugués puede hacerse a través de algún otro término que rime con la palabra, como frangalho, o cualquier palabra que comience con ca(r), como ca(r), caraças, catano o catatau.

Otro eufemismo frecuente, carago!, expresión exclamativa derivada del castellano carajo, tiene un uso más tolerado gracias al efecto atenuador que los extranjerismos toman al equipararse a las palabras del vocabulario erótico de la lengua materna.

[42]​ En la lírica brasileña contemporánea, el uso de caralho y otras palabrotas ocupa, dentro de la poesía erótica, un lugar destacado, visible en la producción presente en las diversas antologías del género y en el espacio que se le dedica en las revistas literarias especializadas.

Dada la tradicional conexión del uso de la expresión obscena a la vileza y a la injuria pura y simple, su utilización para fines eróticos y artísticos en la literatura erótica constituye una actitud innovadora que sigue una tradición que viene de los primordios de la propia literatura, presente ya en la Antigüedad clásica en obras como la Antología Palatina.

[1]​ Sobre ello escribió jocosamente el antropólogo español Xabier Vila-Coia: "Si hay una palabra en la lengua que identifique al ethos gallego esa es carallo.

[46]​ El mito del caralho-de-asas parece reminiscente de la leyenda griega de Leda y el cisne según la cual Zeus, convertido en cisne, mantuvo relaciones sexuales con la ninfa Leda, que concibió a los gemelos Castor y Pólux.

Grafiti en una pared de Lisboa
"Dicen que no me quieres, vete al carajo" (Ay piconera con su picón), canción tradicional recogida en Quintanilla de la Cueza ( provincia de Palencia , España ) en 1989, parte de la colección etnomusical de la Fundación Joaquín Díaz
Mujer tocando un tipo de chirimía o caramillo , grabado alemán del siglo XVI
El islote de Carall Bernat , una de las islas Medas en la Costa Brava española, debe su nombre a su apariencia fálica
"Carajo de mesa" o "carajo francés", en un manuscrito ilustrado medieval
Grafiti humorístico sobre el carajo en una pared en Portugal
Grafiti de un caralho-de-asas en Tucuruvi, São Paulo, Brasil