No le resultó fácil al entonces obispo encontrar un solar despejado en el interior de la Mezquita-catedral para poder levantar una capilla dedicada a la Concepción de Nuestra Señora, pero entre las capillas del costado oriental algunas se encontraban muy deterioradas o casi destruidas.
El obispo solicitó al cabildo catedralicio que se instalara en ella la pila bautismal, colocada en aquel momento en el muro occidental, para que el sitio ocupado por ella quedara libre y pudiera así ser destinado a la proyectada capilla de la Inmaculada Concepción.
El lugar del que se sacó la pila bautismal poseía el espacio suficiente para poder realizar la obra anhelada.
La primera, denominada antecapilla, va culminada por una cúpula de media naranja adornada con pinturas del artista Juan de Alfaro donde se representan en el centro al Espíritu Santo en torno al cual vuelan angelotes que sostienen símbolos marianos.
En el capillo del obispo está labrado su escudo episcopal y en las cenefas aparecen San Juan Evangelista y San Andrés; mientras que en la del arzobispo aparece la imposición de la casulla por la Virgen María.