La primera redacción (denominada forma Correggio en honor a Azzo da Correggio, su destinario) data de 1356-58 y, aunque no se ha conservado, puede ser reconstruida a partir del material recogido en el Codice degli abrozzi (Vaticano Latino 3196) manuscrito por la mano del propio Petrarca.Una redacción inmediatamente posterior a esta, y primera que se conserva, es la denominada forma Chigi del manuscrito Vaticano Chigiano L.V.Petrarca, curiosamente, debe su inmortalidad literaria a una obra escrita en una lengua en la que no creía.(fragmento CCLXVIII) era Amor, in pianto ogni mio riso è volto, pero lo sustituyó por el definitivo porque non videtur satis triste principium (no veo el principio lo bastante triste); y en otros márgenes escribe Hoc placet pre omnibus (esta versión me gusta más que las demás) o Dic aliter hic (dígase aquí de distinto modo).Tan solo el célebre fragmento XC (Era el cabello al aura desatado) sugiere que sea aquel hermoso brillo, hoy ya apagado.El Cancionero tiene influencia capital en dos aspectos de la métrica: el ritmo del endecasílabo y las formas estróficas.Del otro, influye determinantemente en cuáles serán las estrofas que se cultiven a partir de entonces en la poesía culta.Esta división, no obstante, se debe a los editores de la obra y no al propio Petrarca y está sugerida tanto por el contenido como por el hecho de que en el manuscrito definitivo hay varias hojas en blanco entre la composición.Los siguientes poemas introducen la intensidad con la que el poeta prueba el amor y sentimiento: Por hacer más galana su venganza y cobrar mil ofensas en un día, ocultamente el arco Amor traía como el que ocasión busca en su asechanza.Cubría la virtud con gran pujanza ojos y corazón de la porfía, cuando a allí donde mellarse otra solía bajó su flecha con mortal prestanza.A lo largo del Cancionero, Petrarca va componiendo los tópicos de la poesía amorosa que en ocasiones vierte con especial acierto.el gesto, de gentil favor pintado, fuese sincero o falso, lo creía; ya que amorosa yesca en mí escondía, ¿a quién espanta el verme así abrasado?Y los tercetos del fragmento CLVII desglosan en sus seis versos el canon petrarquista de la belleza femenina: El gesto ardiente nieve, la crin oro, las cejas ébano, y los ojos soles, por los que al arco Amor no ha errado el tiro;El Cancionero se cierra con un arrepentimiento absoluto por haber amado: Llorando voy los tiempos ya pasados que malgasté en amar cosas del suelo, en vez de haberme levantado en vuelo sin dar de mí ejemplos tan menguados.Curiosamente Quevedo versionó el ya citado fragmento CCXXVI en el soneto Más solitario pájaro ¿en cuál techo...