Este hecho, unido a la necesidad de derivar aguas del Ebro con suficiente cota para poder fertilizar sus campos, dará lugar, desde muy antiguo, a luchas y litigios por los términos y las aguas, diferencias que incluso llegaron a provocar muertes y destrozos en los pueblos de la comarca (año 1337).
Los intentos por ejecutar la obra resultaron hasta tal punto infructuosos que en 1498 la villa de Tauste, desistiendo de su idea inicial, solicita del rey Fernando II el Católico licencia para traer aguas del río Aragón.
Por su parte la villa de Tauste no cejará en su empeño y en 1524 conseguirá del emperador Carlos I de España igual permiso que el que ya disfrutaban las dos villas navarras.
Así pues, la segunda mitad del siglo XVI verá nacer a la acequia o canal de Cabanillas, denominada así desde un principio por el protagonismo que la mencionada villa tuvo en su ejecución.
Discurre paralela al Ebro, por su margen izquierda, a lo largo de sus 44 km.