Arganzuela también da nombre a un barrio y un distrito de Madrid.
[nota 2][3] Tenía el alfarero una hija, "Sanchica" (diminutivo de Sancha), la menor de los hermanos, que a pesar de ser pequeña y enfermiza, subía a diario las cantarillas del cercano río Manzanares necesarias para el trabajo del alfar y la subsistencia familiar.
Y ocurrió que pasó por allí la reina, sedienta para mayor fantasía.
Le pide agua y Sanchica se la ofrece en su mejor cantarilla: Una lágrima en el rostro de la niña despierta la piedad y curiosidad de la reina.
Mesonero Romanos la describe, sin pelos en la lengua, como "desdichada fuente" a la que nadie osaría llamar monumento como no fuera "monumento fúnebre del buen gusto"; y luego continúa su curiosa descripción de la calle de esta manera:[6]