Café Europeo

También era característica la escalera de caracol para subir al piso superior y los servicios.Entre 1923 y 1925, también formaron tertulia Jardiel Poncela, Carlos Fernández Cuenca, o Cesar González Ruano; y con la llegada de la Segunda República Española, reunió su peña en él un grupo formado por Alfaro Polanco, Marqueríe, Eugenio Montes, Ridruejo, Samuel Ros, Sánchez Mazas, Víctor de la Serna, y de forma ocasional José Antonio Primo de Rivera.[1]​ Entre los personajes pintorescos que siempre amenizan y acompañan la historia de los cafés, el Europeo tuvo entre los más distinguidos clientes al “ciego Simarro”, como se le conocía en la prensa del primer tercio del siglo xx.[1]​[a]​ Como muchos otros cafés madrileños, la Guerra Civil Española primero y la dura y larga posguerra, resultaron mortales para el Europeo, que en 1949 acabó cerrando a pesar de haber vendido parte de su espacio a un banco.[1]​ Al parecer, atraído por esa lenta agonía, Camilo José Cela tomó el Europeo como modelo de escenario mientras escribía entre 1945-1950 su novela La colmena, que en principio pensó titular así Café Europeo, y donde la auténtica Consuelo, dueña del Europeo, se convierte en una literaria doña Rosa.