Durante su pontificado, la Iglesia católica afrontó las consecuencias de la Revolución francesa y los ataques hacía la legitimidad del poder papal.
Durante el papado de Pio VII, los cardenales se dividieron en dos grupos, los zelanti y los politicani.
Los zelanti eran más reaccionarios que los politicani y querían una Iglesia altamente centralizada y opuesta a la secularización, reforma surgida en Francia tras la Revolución que se extendió a los Estados Pontificios.
Por ello, los cuarenta y siete restantes no tenían ninguna experiencia práctica en cónclaves.
Francesco Saverio Castiglioni entonces pasó a ser el candidato más probable.