Por tanto estos efectos consiguen bombear carbono desde la atmósfera al interior de los océanos.
Las aguas profundas circulan hasta latitudes ecuatoriales, más cálidas, emergen a la superficie, y al disminuir la solubilidad emiten grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera.
Sin embargo, a diferencia de otros gases como por ejemplo el oxígeno, reacciona con el agua y forma un balance de varias especies iónicas y no iónicas, conocidas colectivamente como carbono inorgánico disuelto.
Normalmente el balance de tales iones deja una carga neta positiva.
Es importante notar que la carga local neta de los océanos es nula durante cualquier proceso químico.
El calentamiento también incrementa la estratificación del océano, aislando la superficie de las aguas más profundas.
Aunque la absorción de CO2 antropogénico desde la atmósfera actúa para disminuir el cambio climático, causa acidificación del océano que se cree tendrá consecuencias negativas para los ecosistemas marinos.