Bernardo María de Calzada

Formó una familia numerosa, por lo cual tuvo que mantenerla trabajando pane lucrando como también fecundo traductor; además, muchas de sus obras se reeditaron, y fueron reseñadas en el Memorial Literario.

Recibió la protección del general Antonio Ricardos, tenido por amigo de las innovaciones francesas, por lo cual se hizo sospechoso durante la época del "cordón sanitario" ante la Francia revolucionaria, sobre todo a partir de 1789.

En una época en que la censura tildaba de peligrosos a la mayoría de autores franceses dignos de estudio, Calzada temerariamente elegía a Condillac y Voltaire para sus primeras traducciones, aunque para mantenerse a salvo no dejó de condenarlos cara a la galería y de suprimir todo cuanto creía que le podría poner en problemas.

Aunque él mismo no se tenía como un buen traductor (y la crítica ha destacado no solo sus galicismos y laísmos, sino lo mal versificador que era), pide la indulgencia del lector.

Tal vez su última obra, y la única original, junto a La verdadera historia de Inés de Castro (1791), fue Pensamientos militares que da a la luz, por si fuesen útiles, el teniente coronel don Bernardo María de Calzada (1814).