Dos soluciones se le presentaron: usar la fuerza para defender lealmente la Bastilla frente a los sitiadores, o bien aceptar la demanda de estos últimos con el fin de evitar el conflicto.
Presa del pánico, de Launay amenazó con hacer explotar la fortaleza entera y los alrededores.
Según la leyenda no se encontró una bandera blanca, y el gobernador tuvo que blandir una servilleta, siendo esta, su pañuelo personal.
Según testimonios, este linchamiento fue provocado por el mismo de Launay, desesperado, le dio una patada en las ingles a un cocinero desempleado llamado Desnot.
Después de su muerte su cabeza es cortada por un carnicero llamado Mathieu Jouve Jourdan.
La situación fue tal que el barón Besenval, comandante militar de la Isla de Francia (región parisina), había pedido en vano al mariscal Broglie remplazarlo por un oficial más seguro y más firme.