Pierre Victor de Besenval de Brünstatt

Acumula las amantes y su reputación, en cuanto a galantería, acrecienta su prestigio.

Creyendo que era una insinuación disimulada, Besenval cae a sus pies; y la soberana le dice en un tono glacial: "Levantaos Monsieur, el rey ignorará esta equivocación que, sin duda, os haría desgraciado para siempre"».

Él mismo se jactaba de su gran influencia, en particular respecto a los nombramientos.

Desde su posición privilegiada, Besenval asiste a la agonía del Antiguo Régimen.

Aunque amante de la literatura, detestaba a los filósofos y se opuso a Beaumarchais cuando éste intentó obtener la autorización del rey para poner en escena Las bodas de Fígaro.

Los revolucionarios, que le consideraban el instigador de la reacción habida contra ellos, reclamaron su cabeza.

Besenval es enviado a la cárcel del Grand Châtelet, y se le atribuye un crimen de lesa nación.

Se le acusa de haber querido asediar París y planear su incendio, así como masacrar a sus habitantes.

Un médico charlatán, posiblemente un revolucionario deseoso de acabar con el aristócrata, le prescribe un régimen de trufas, patés y jamón que le lleva a la muerte.