Al año siguiente pasó a formar parte de los Guardias suizos.
Posteriormente comandó sucesivamente las plazas fuertes de Niza, Livorno, Klagenfurt, Milán y Ferrara.
Malet se presentó en casa del Hulin en intentó arrestarlo, pero éste se resistió por lo que Malet le disparó un tiro de pistola y lo abandonó malherido, dándolo por muerto.
Tras la abdicación de Napoleón en Fontainebleau brindó su apoyo al gobierno provisional.
Durante los Cien Días retomó el mando de la 1.º División y tras la Restauración tuvo que exiliarse.