El término se refiere a un pequeño grupo de Piedades surgidas en el arte gótico hacia 1400, todas ellas encuadradas en el conocido como estilo bello.
Con frecuencia se pueden constatar similitudes entre ambos géneros artísticos en lo que respecta a la representación de María, quien es mostrada joven, dotada de una gran belleza y con unos rasgos faciales delicados.
Las bellas Piedades se caracterizan en términos generales por la sublimación, la idealización, el lirismo y la elegancia, donde se reducen los síntomas del sufrimiento apasionado de Jesús al igual que el dolor de la Virgen, con los gestos enfatizando la expresión del profundo amor maternal además de acentuar la reflexión y la contemplación.
El cuerpo de Cristo suele lucir demacrado, aunque se distingue por un énfasis mínimo en el dolor y el sufrimiento, a menudo destacando las costillas alrededor del esternón así como las venas de manos y piernas.
Por su parte, la herida provocada en el costado por la lanza suele aparecer ostentosamente pronunciada.