Beguinaje de Brujas

En menos de veinte años se extiende por Francia, Italia, Países Bajos, Alemania, Polonia y Hungría.

«El movimiento de las beguinas seduce porque propone a las mujeres existir sin ser esposas, ni religiosas, emancipadas de cualquier dominación masculina», explica Régine Pernoud en su libro «La Virgen y los santos en la Edad Media».

Su autonomía se refuerza gracias a un privilegio concedido por el rey Felipe el Hermoso: el beguinaje solo depende del tribunal real.

La admisión es socialmente selectiva, si bien se sigue aceptando el ingreso de algunas «beguinas pobres».

El beaterio queda suprimido por la administración revolucionaria francesa a finales del siglo XVIII.

El beguinaje sigue existiendo durante un siglo más, aunque su decadencia parece inevitable.

Muralla y portada de acceso.
Casa de la Gran Dama en primavera.