Los barcos de las dos naciones enfrentadas se retiraron tras varios ataques aéreos, sin que hubiese un vencedor claro.
El combate retrasó asimismo la llegada de los refuerzos japoneses destinados a Guadalcanal, que finalmente fueron transportados en buques de guerra en lugar de en transportes; esto concedió a los Aliados más tiempo para prepararse para afrontar la contraofensiva enemiga y evitó que los japoneses pudiesen desembarcar artillería pesada, municiones y otros suministros en la isla.
El desembarco en estas islas tenía por objetivo impedir que los japoneses las utilizasen como bases para atacar las líneas de suministro que unían los Estados Unidos con Australia, emplearlas a su vez como puntos de apoyo para posteriores avances en una campaña que debía permitir a los estadounidenses aislar la gran base enemiga en Rabaul y facilitar la Campaña de Nueva Guinea.
[5] Permanecieron en el Pacífico sur tras el desembarco con las siguientes tareas: proteger las líneas de comunicación entre las bases aliada en Nueva Caledonia y Espíritu Santo, colaborar con las fuerzas terrestres en Guadalcanal y Tulagi para desbaratar posibles contraataques japoneses, amparar a los transportes que llevaban abastos a Guadalcanal y acometer a los barcos enemigos que operasen en la zona.
En efecto, los aviones del aeródromo pronto limitaron las operaciones que pudieron llevar a cabo las unidades japonesas en las Salomón y facilitaron el desgaste de las fuerzas enemigas en todo el Pacífico sur.
[9] La ofensiva aliada en las Salomón sorprendió a la Armada japonesa, que mandaba el almirante Isoroku Yamamoto, pero tanto esta como el Ejército de Tierra se aprestaron a contraatacar y expulsar al enemigo de Guadalcanal y Tulagi.
[10] La Armada deseaba asimismo aprovechar la operación para destruir a los navíos enemigos en el Pacífico sur, en especial los portaaviones estadounidenses.
[25] Los estadounidenses, por su parte, ignoraban todo sobre la flota nipona a la que se acercaban sin saberlo.
No hubo más avistamientos hasta la media tarde, cuando sendas escuadrillas partieron en busca del enemigo desde el Saratoga y el aeródromo Henderson.
[34] La orden la originó posiblemente la petición del jefe naval de Rabaul, Nishizō Tsukahara, para que la flota combinada neutralizase el aeródromo enemigo.
[40] Mientras, a las 12:20, el Ryūjō envió seis bombarderos Nakajima B5N2 «Kate» y quince cazas A6M3 Zero a atacar el aeródromo Henderson de consuno con los veinticuatro bombarderos Mitsubishi G4M2 «Betty» y los catorce Zeros que acudieron de Rabaul.
La segunda oleada despegó en torno a las 16:00: veintisiete Vals y nueve Zeros que se encaminaron al encuentro de los portaaviones americanos.
Cincuenta y tres cazas F4F-4 Wildcat se dirigieron contra los atacantes, orientados por las señales recibidas en los radares.
[53][nota 8] Los artilleros estadounidenses derribaron cuatro Wildcats, además de varios bombarderos enemigos.
[55] Otro Val alcanzó medio minuto después al portaaviones, a menos de cinco metros del anterior impacto.
[57] El Enterprise había sido dañado gravemente y estaba en llamas, pero sus equipos encargados de limitar los estragos pudieron repararlo suficientemente para que pudiese volver a operar vuelos a las 17:46, apenas una hora después del ataque.
[58] Los aviones del Saratoga volvieron a las 18:05, tras hundir el Ryūjō y pudieron aterrizar sin percances.
[60][61] Pocos de los aviones americanos que habían despegado justo antes del asalto japonés encontraron objetivos.
Dos SBD Dauntlesses del Saratoga sí que hallaron a los buques de Kondo y acometieron al Chitose; aunque no hicieron blanco de lleno, lo dañaron mucho, pues no contaba con blindaje.
[62][nota 9] Los aviones de los portaaviones estadounidenses pudieron volver a sus barcos o aterrizar en el aeródromo Henderson ya anochecido.
El grupo de Nagumo, que había perdido bastantes aeronaves y tenía escaso combustible, también se retiró al norte.
Entonces se le unieron cinco destructores que habían estado castigando el aeródromo Henderson durante la noche, aunque sin causar grandes estragos.
El crucero Mutsuki se cercó al Kinryu Maru para rescatar a su tripulación y a las tropas que llevaba, pero lo atacaron cuatro B-17 llegados de Espíritu Santo, que lo hundieron tras alcanzarlo con cinco bombas.
[69][70][71][72][nota 11] Las dos flotas enemigas se retiraron de la zona y así concluyó la batalla.