La escuadra tenía base en Qingdao, territorio bajo dominio alemán en China, y Spee decidió, después de reunir su flota en las islas Marianas y enviar al SMS Emden al océano Índico, operar en la costa americana del Pacífico donde además podía abastecerse de carbón.
Un nuevo vistazo al acercarse a la costa permitió a los alemanes apreciar que, efectivamente, había navíos de guerra dentro de la bahía, por lo que el Gneisenau suspendió en ese momento la operación de desembarco prevista y ordenó al Nürnberg con su comandante, capitán del mar Karl von Schönberg, atacar al buque situado más lejos del puerto.
Pero cuando el Kent ya rebasaba la salida del puerto, los navíos alemanes, con los cañones listos para entrar en combate, recibieron la insólita orden de Spee que les ordenaba «rehusar el combate».
A 12 km de Puerto Stanley, el Scharnhorst recibió una salva del Invincible sobre un lateral, sin que eso le hiciese demasiado daño.
Mientras tanto, el Gneisenau, navegando más adelante y con el teniente Heinrich von Spee (hijo del almirante) a bordo, asistió impotente al fin del buque insignia alemán.
Mientras tanto, los cruceros ligeros alemanes continuaron su huida, tal como les ordenara el almirante Von Spee.
El Dresden, gracias a sus turbinas, consiguió una gran ventaja y logró alejarse.
El Leipzig siguió disparando hasta que se le acabaron las municiones, mientras su casco era perforado por los proyectiles y la tripulación sufría múltiples bajas.
Los marinos supervivientes se alinearon entonces en la destrozada cubierta, apenas 150 de los 380 hombres que componían la tripulación.
Sin embargo, no lograron mantenerlos, las calderas sobreexigidas debieron parar y se redujo la velocidad.
Consiguió finalmente escapar, pero fue hundido unos meses más tarde, cuando dos cruceros británicos lo localizaron en aguas chilenas en marzo de 1915.
[4] Esta batalla dejó varias consecuencias, ambos bandos tenían sus objetivos para esta repentina acción militar.
Por un lado, la escuadra Alemana dirigida por el vicealmirante Maximilian Von Spee se propuso lograr destruir toda base enemiga en el Atlántico sur, para lograr la hegemonía naval alemana en esas aguas.
Mientras que el almirante Frederick Doveton Sturdee planeaba una defensa de los patrimonios británicos.
Para finalizar, consecuencias tácticas: el vicealmirante Von Spee no pudo intervenir en acciones ofensivas, ya que le llegaron órdenes directas del Alto Mando Naval Alemán, lo que se puede destacar de estas órdenes es que ninguna fue con un propósito defensivo y solo se concentraba en lograr una eficiencia ofensiva sin importar las maniobras evasivas.