El pequeño buque fue alcanzado 25 veces, lo que produjo varios heridos y un muerto.
Tras esta pequeña escaramuza, la flota estadounidense decidió entrar en la bahía y destruir los barcos de guerra que hubiese.
A su mando estaban respectivamente, los tenientes de navío Joaquín Rivero, José Rivero, Ubaldo Serís-Granier y Blanco y Carlos del Camino.
Los oficiales españoles planearon la defensa frente al potente adversario.
El primer grupo se dirigió hacia los cruceros estadounidenses, moviéndose en diferentes direcciones y cambiando rápidamente su rumbo.