[1] Una rama de los husitas, conocida como los taboritas, formó entonces una comunidad religioso-militar en Tábor.
[1] Bajo el liderazgo del experimentado general Jan Žižka, los taboritas adoptaron los últimos avances en armas,[2] como arcabuces, además de largos y delgados cañones, a los que apodaron "serpientes".
[1] Las columnas de Segismundo se rompieron, creándose una brecha en sus líneas, desde las cuales escaparon los taboritas del cerco.
[1] Creyendo erróneamente que habían sido derrotados completamente, Segismundo ordenó no perseguir a los husitas para mantener la cohesión de su ejército.
Durante el resto de diciembre, Žižka lanzó numerosos ataques y contraofensivas contra las líneas germanas.