[19] Sin embargo, la Crónica y la Gran Crónica de Alfonso XI difieren notablemente en sus puntos de vista, como señaló Diego Catalán, ya que mientras la primera es manifiestamente hostil a Don Juan Manuel e intentó justificar la ausencia del rey en la campaña, a la que consideró una acción defensiva, por su extrema juventud, la segunda elogió abiertamente al vencedor y describió esta campaña no como una acción defensiva, sino como una iniciativa personal del célebre escritor contra los musulmanes granadinos.
[25] Sin embargo, este último y Juan el Tuerto intentaron aliarse para hacer frente al monarca y a sus nuevos privados y acordaron que una hija de Don Juan Manuel, llamada Constanza Manuel de Villena, se casaría con Juan el Tuerto,[38] aunque Alfonso XI, con el propósito de deshacer esa alianza, que pondría en su contra a los dos mayores magnates del reino, propuso a Don Juan Manuel que él mismo se casaría con esa hija suya, y que «le farie merçed e que le darie gran parte en los ofiçios del rreyno», según consta en el capítulo LIII de la Gran Crónica de Alfonso XI, y Don Juan Manuel aceptó la proposición del rey, y acordaron que lo harían así.
Y el historiador Braulio Vázquez Campos señaló que, tras ser nombrado adelantado mayor de la frontera, Don Juan Manuel se dirigió rápidamente a esta para combatir a los musulmanes, cumpliendo así las órdenes del rey,[42] que aunque deseaba ardientemente combatir a sus enemigos, era demasiado joven para ir a la guerra y estaba ocupado sofocando algunas rebeliones internas, aunque desde que alcanzó la mayoría de edad, comenzó a reunir los bastimentos necesarios para el mantenimiento de las fortalezas fronterizas.
[46][e] Y poco después el monarca castellano intentó reconciliarse con su pariente Juan el Tuerto, aunque Don Juan Manuel comunicó a éste desde la frontera que el rey planeaba combatirle y que en caso necesario podría contar con su ayuda, por lo que Juan el Tuerto, viéndose respaldado nuevamente por su antiguo aliado, abandonó al rey y se frustró la reconciliación entre ambos.
[55] Y cuando el papa Juan XXII fue informado, en agosto de 1326, de que los castellanos se preparaban para luchar contra el reino de Granada, prometió que les ayudaría en el futuro,[33] y aunque ello no es mencionado en la Gran Crónica,[44] en la Crónica de Alfonso XI consta que, mientras Don Juan Manuel se encontraba en Córdoba, fue informado de que el general Ozmín estaba en Antequera «con todo el poder de Granada»,[16] por lo que el célebre escritor abandonó dicha ciudad y partió con sus tropas hacia la frontera, dispuesto a presentar batalla a la caballería granadina y a su general Ozmín, y penetraron en territorio enemigo «con sus pendones tendidos», dirigiéndose directamente a Antequera.
[54] A la mañana siguiente, al despuntar el alba, Don Juan Manuel ordenó levantar el campamento e hizo que sus tropas se armaran y las ordenó para el combate, y poco después se dirigieron hacia «Teba Hardales»,[58] nombre que en aquella época designaba a los lugares de Teba y Ardales, que están situados al sudoeste de Antequera y cerca del río Guadalhorce.
[64] Y en el capítulo LIX de la mencionada Gran Crónica se describió del siguiente modo el ataque llevado a cabo por el general Ozmín:[61] Y cuando Don Juan Manuel vio el ímpetu con que atacaban los granadinos, animó a los suyos e invocando a «Santiago e a Castilla» contraatacó fuertemente e hizo huir a sus adversarios, y mezclándose entre éstos intentó encontrar al propio general Ozmín,[65] al que se aproximó tanto que pudo oír su voz, pero el caudillo granadino no lo quiso «atender» y huyó[54] «con gran verguença» del combate siguiendo a los musulmanes que intentaban escapar.
[65] Sin embargo, Ozmín se revolvió contra los cristianos poco después y, como «lobo rravioso», arrojó una lanza a sus enemigos e hizo revolverse en sus sillas, como señaló Diego Catalán, a doscientos caballeros cristianos de la frontera[54] que «conosçian su caualleria e dubdauan la su lança», aunque lo cierto es que dicha acción ya no podía modificar el resultado de la batalla, y los cristianos siguieron persiguiendo y dando caza a sus enemigos sin que éstos intentaran ya hacerles frente.
[65] Y el historiador Joseph O´Callaghan señaló que la bandera del rey Muhammed IV de Granada fue capturada en la batalla y que en esta murieron, según afirma el Poema de Alfonso Onceno, tres mil musulmanes.
[65] Y aquella noche los vencedores establecieron sus tiendas en el lugar donde habían pernoctado la noche anterior, y permanecieron allí hasta el día siguiente apercibidos para el combate y esperando un posible ataque de los musulmanes,[65] ya que suponían, como señalan diversos historiadores,[66] «que Ozmin saldría contra ellos a vengar su desonrra».
[65] Sin embargo, los musulmanes no les atacaron, aunque Don Juan Manuel fue muy precavido y, como señaló Diego Catalán, hizo que su hueste rondase y vigilase muy bien aquella noche, a fin de no ser sorprendidos,[67] se preocupó de que los caballos fueran bien cuidados, debido a los grandes esfuerzos que habían realizado,[67] y ordenó a sus hombres que «se guardasen e se velasen muy bien» con el propósito de que sus enemigos no les causaran ningún daño, siendo todo ello relatado en el capítulo LX de la Gran Crónica de Alfonso XI:[67]A la mañana siguiente, las tropas de Don Juan Manuel se armaron y éste las ordenó «lo mejor que el entendio», y poco después levantaron el campamento[65] y se dirigieron hacia Teba y Ardales.
[1] Y cuando los musulmanes de Antequera vieron que los cristianos se retiraban, les siguieron «para ganar dellos alguna cosa»,[65] y les persiguieron dando grandes alaridos durante un buen trecho, aunque Don Juan Manuel ordenó a sus tropas que nadie les atacara hasta que él lo ordenara, y que les permitieran acercarse, aunque sus enemigos no se aproximaron más y regresaron a Antequera.