En consecuencia, los turcos resolvieron enviar sus naves para romper el bloqueo e intentar recuperar el dominio del mar Egeo, permitiendo el abastecimiento de las islas que aún permanecían en su poder.
La Armada griega, al mando del contraalmirante Pavlos Kountouriotis, contaba con el crucero acorazado Georgios Averof, los acorazados pre-dreadnought Spetsai, Hydra y Psara (ya obsoletos), y 4 destructores.
Los turcos reciben varios impactos, y al percatarse del peligro que esta maniobra representaba, comienzan a virar, pero desarman su línea y huyen desordenadamente.
Los buques griegos recibieron muy pocos impactos, contándose solo dos muertos entre sus hombres.
Por parte turca, el buque insignia Barbaros resultó con daños de consideración, mientras que el Turgut Reis y el Mesudiye terminaron con algunos daños menores; en total sufrieron 58 muertos y numerosos heridos.