Al tener que adoptarse una bandera propia tras la constitución de la Comunidad de Madrid, acontecida en 1983, se decidió colocar las siete estrellas del antiguo concejo madrileño sobre un fondo rojo carmesí; color que es del pendón de Castilla, antiguo reino hispánico al que pertenecían las tierras madrileñas.
Esto indica que es un pueblo castellano y que castellana ha sido su historia, aunque evidentemente el desarrollo económico y de población haya sido diverso.
Las estrellas tienen cinco puntas por las cinco provincias que rodean a la comunidad de Madrid, ya desde 1833: Ávila, Segovia, Guadalajara, Cuenca y Toledo.
Con anterioridad, Madrid estaba integrado en Castilla la Nueva o antiguo Reino de Toledo; razón por la que, históricamente, siempre utilizó como propios los símbolos de Castilla.
Hay, pues, una discrepancia entre lo que establecen el Estatuto de Autonomía y la Ley de Símbolos de la Comunidad de Madrid (color carmesí, grana o rojo carmesí), por un lado, y la propuesta original y el Decreto 2/1984, donde se desarrolla dicha ley autonómica (color rojo encendido o vivo), por el otro.