Se les rendía culto antes de empezar la siembra y por tanto algunos los consideraron como deidad,[3][4] aunque no aparecen en el panteón maya.
En cuanto a su aspecto, se les describe como ancianos de barba muy larga; su cara es horrible y difícilmente alguien podrá resistir una mirada suya.
Existen discrepancias respecto a su altura, ya que se les describe muy altos o muy pequeños.
[7][8] Según la creencia popular, ningún mortal era digno de ver su figura, exceptuando sus víctimas a las que él escoge.
[7] Sus presas humanas son principalmente mujeres, creyéndose que tiene la capacidad de provocar una atracción irresistible en sus víctimas, por la cual su apariencia debe ser hermosa y sublime.
Otros lo han imaginado como un jaguar de pelaje gris con manchas pardas, llevando crines puntiagudas en el lomo y el pecho, poseyendo una cola tan larga como su propio cuerpo; encontrándose en esta aros rojizos y también poseyendo ojos de color amarillo.