La vía continúa como A-15 por la provincia vecina con la denominación de Autopista Navarra-Guipúzcoa, desembocando en la N-I en Andoáin.
El terreno puramente práctico ha sido criticado por discurrir a gran altura, lo que supone un tráfico lento, con mayor consumo de carburante, y más peligroso para los camiones.
Dicha problemática, en su inicio meramente ambiental, se convirtió en tema social y posteriormente en agria discusión política.
Incluso ETA intentó la paralización de las obras, cometiendo diversos sabotajes y asesinando a cuatro personas relacionadas con las obras.
Desde la izquierda abertzale se insistió en la búsqueda de una alternativa al trazado inicial y la obra dividió a la ciudadanía según su ideología política, más allá de los argumentos sobre su utilidad o sobre su impacto ambiental.