[4] El aura es mencionada a veces como el arcoíris humano[5] y por esta razón, desde la perspectiva religiosa, estaría en relación con la diosa griega Iris o el Bifrost de los cultos nórdicos.[6] Cuando se han realizado experimentos científicos controlados al respecto, ha sido imposible demostrar que exista la capacidad de ver auras.[12] En su libro "Man Visible and Invisible" publicado en 1903, Leadbeater ilustró el aura del hombre en varias etapas de su "evolución moral", desde el "salvaje" hasta el santo.Sin embargo, los estudios científicos han encontrado que el efecto Kirlian es simplemente un fenómeno causado por la presencia de humedad en el objeto fotografiado.Por tanto, el efecto no es inherente al ser humano, y no muestra ninguna característica de este ni otras atribuciones que se han hecho desde diferentes sectores de lo paranormal, sucediendo lo mismo con otros organismos vivos y seres inertes.Para probar lo anterior, se tomaron fotografías Kirlian en el vacío.[28] Después de rigurosas experimentaciones, no se ha descubierto ningún "proceso misterioso" o esotérico en relación con la fotografía kirlian.Coggins afirma que su software utiliza datos de biorretroalimentación para colorear la imagen del sujeto.[31] Una de dichas pruebas implicó colocar a las personas en una habitación oscura y pedirle al psíquico que indicara cuántas auras podía observar.[33] En otra prueba televisada, se colocó otro lector de aura frente a una partición donde estaban paradas cinco personas.[35] En 1998, Emily Rosa, una niña de 11 años, se convirtió en la persona más joven que ha publicado un artículo en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA).Emily lanzó en cada ocasión una moneda al aire para decidir a cuál de las dos manos del enfermero acercaba las suyas.[43][44] Los neurólogos sostienen que las personas pueden creer percibir auras debido a efectos dentro del cerebro: epilepsia, migrañas o la influencia de drogas psicodélicas como el LSD.[49] Bridgette Perez, en una reseña del Skeptical Inquirer, escribió: "Las distorsiones perceptivas, las ilusiones y las alucinaciones pueden promover la creencia en las auras.[51] Algunos autores encuentran incoherente la impercepción sensitiva con su relación con la percepción física del ojo y el espectro de frecuencias visible.[52] El libro El tercer ojo, escrito por Cyril Henry Hoskin bajo el seudónimo de Lobsang Rampa, afirma que los monjes tibetanos abrían el tercer ojo espiritual usando trepanación para acelerar el desarrollo de la clarividencia y permitirles ver el aura.