Atentado contra la embajada de Estados Unidos en el Líbano de 1983

El exagente de la CIA Robert Baer sugiere que la camioneta irrumpió a través de un edificio externo, impactó sobre la puerta del vestíbulo y explotó allí.

Los rescatistas trabajaron durante las siguientes veinticuatro horas, desenterrando cadáveres en busca de supervivientes.

[3]​ Unas 120 personas más resultaron heridas como consecuencia de ese ataque.

En particular, el entonces canciller o ministro de relaciones exteriores, Alí Akbar Velayatí, dijo que “Negamos cualquier involucramiento y pensamos que este alegato es otra campaña de propaganda contra nosotros”.

Si este último no actuaba conjuntamente en esa solicitud durante un plazo de 60 días, el incremento entraría en efecto automáticamente.

La ley limitaba el compromiso presidencial de tropas en situaciones hostiles a un máximo de 90 días, a menos que el Congreso específicamente aprobase su uso por un tiempo extendido.

Por ejemplo, el 19 de abril, Barry Goldwater, histórico senador republicano por el estado de Arizona (entre 1969 y 1987), comentó que «creo que es tiempo de que traigamos nuestros muchachos a casa.» Un grupo armado fundamentalista proiraní, entonces no muy conocido en Occidente, denominado “Organización Lucha Islámica”, la cual operaba dentro del Hezbolá asumió la responsabilidad por el atentado, mediante una llamada telefónica a una agencia internacional de noticias inmediatamente después del atentado.

Quien efectuó la llamada anónima mencionó que: (Este mismo grupo había previamente asumido la responsabilidad por un ataque con granada en el que habían resultado heridos cinco miembros estadounidenses de la fuerza internacional de paz).

Sin embargo, el 20 de septiembre del año siguiente, otro coche bomba explotó en el anexo de esta embajada, matando a 20 libaneses y a dos soldados norteamericanos.