Recibió una brillante educación, dominaba latín, griego clásico, inglés, alemán, italiano y después en pocos meses aprendió el ruso.
Después de la Revolución francesa de 1789 le propusieron un cargo en el gobierno, sin embargo él prefirió emigrar, primero a Austria y después a Rusia.
Al duque, Catalina la Grande le presentó a su nieto Alejandro, el futuro emperador Alejandro I, del que llegó a ser un buen amigo.
El mismo año donó todos sus ahorros en bien de la lucha contra la invasión napoleónica al Imperio ruso.
La propuesta del cargo de parte del rey la comentó bien un diplomático: "en la persona de Richelieu, Francia ha adquirido lo que no vio durante los últimos cien años, ¡a un ministro honesto!".